Suena la brisa.
Se escucha el sonido de
suaves susurros sosegantes;
silencios que transportan
metáforas de mundos a descubrir.
Sí sólo nos diéramos paciencia,
si sólo comprendiéramos
las palabras sabias del viento.
Como esos sueños
que marcan caminos
a vivir.
A seguir.
A abandonar.
Oremos en silencio y
desautoricemos al miedo.
Escuchemos al viento
con brazos —al menos—
semiabiertos.
Algo pasará y
el mensajero de susurros
nos ungirá
de metáforas,
reveladores negativos
de la vida real.
Hay más...
Pero otro día será.
Inshalá.
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