lunes, 23 de agosto de 2010
DE LA CORDURA A LA LOCURA O VICEVERSA: PARTE 2
redondel de papel de cebolla pegado sobre una gigantesca cartulina
negra. Los lobos aullaban no muy lejos, y del riachuelo llegaba el
murmullo del agua al chocar contra los guijarros en su trayecto.
Quince ranas más o menos canturreaban arrullándose mutuamente
escondidas entre los amarillos cañaverales que flanqueaban la
marismilla que se había formado al albur del agua. La yerba fluía
elegante del suelo aunque su color ahora no era verde sino casi azul,
en un efecto extraño creado por la luna llena. La mano se le escurrió
hacia el pecho de la mujer y ésta gimió lánguidamente mientras la
penetraba. Al poco lanzó un profundo suspiro, como si perdiera la
vida, y cayó derrotada sobre la paja seca. El hombre, sudoroso, se
derrumbó sobre su cuerpo desnudo. Quedaron dormidos escuchando el
croar de las ranas.
jueves, 19 de agosto de 2010
DE LA CORDURA A LA LOCURA O VICEVERSA: PARTE 1
La indefinición era lo peor que podía sentir en aquel momento crucial.
Comprendía que la actitud de aquel cuatrero era el aspecto clave entre
la vida y la muerte de aquellas piezas de ganado que habían salido de
Auschwitz aquella mañana. El oficial de gorra verde saltó del caballo
y se rascó la charretera izquierda con el cigarrillo quemado que se
bajó de la oreja. Siempre había querido dedicarse a la
prestidigitación. Luego llegó Hitler y sus nazis y pensó que la sopa
de cebolla que les prometieron si se apuntaban era mejor que aquellos
panes negros con mantequilla rancia que le daba por la mañana la vieja
puta con la que vivía en Munich desde que sus padres murieron en la
calle atropellados por un carro tirado por dos mulas rayadas.
En fin, joder qué mañana más gris. Eso es lo que pensó, pero le duró
poco porque el perro de sus guardia de corps le pegó un lengüetazo en
las botas y eso le ofendió sobremanera. Eso es lo que pensó a
continuación: "Ese lengüetazo me ha molestado sobremanera". Esa
palabra no se le iba de la cabeza desde que la leyó hacía dos días en
un panfleto de las SA que le había enviado por correo su prima Helda
desde Stuttgart, donde se había metido monja para no ser violada por
una partida de gendarmes enloquecidos durante uno de los progroms que últimamente arreciaban en Alemania.
Los autos arrancaron en un derrape bestial, dejando alrededor una
polvareda rojiza y millones de partículas de plomo y zinc en el aire.
Los terrenos alrededor del castillo se arrugaban en lomas infinitas
como gigantescos pliegues de una piel elefántica. Le vino a la cabeza
la mano de su abuela cuando ordeñaba las vacas en la granja de
Maguncia, avejentada pero fuerte y segura. Acto seguido sacó la Luger
de su funda y le pegó un tiro en la frente a un anciano cojo que se
había retrasado del grupo. Cayó como un saco de patatas y se quedó
allí, inerte como una piedra, incluso más. El alférez tosió sobre el
puño delicadamente cerrado de su mano y echó un escupitajo. Se arregló los correajes del uniforme y volvió su mirada al cielo. Creo que va a llover, pensó.
jueves, 12 de agosto de 2010
EL CHÓFER CONDUCE, LA GENTE CALLA
El hombre de la bolsa sube al bus:
chaleco negro, barba de días,
mirada agresiva, pelo alborotado.
El hombre de la bolsa la arrastra
hasta el fondo
del urbano. La deja.
Se acerca al conductor. Paga.
Vuelve a la parte de atrás.
Me mira, se sienta.
Aunque no lo veo
escucho el dejar de raspar
de sus zapatos rotos.
"¡Le disparé en la boca!"
"¡Le di cuatro tiros al oficial del Vietcong!'
El hombre de la bolsa grita
desde el fondo del bus.
Sé que es él.
De todos modos, me giro y le miro.
Me mira. Silencio.
Los demás pasajeros miran
al frente. Ni parpadean.
"¡Y luego le trituré la cabeza
con la culata de mi rifle!"
"¡¡Le disparé en la boca!!"
El chófer conduce.
La gente calla.
Llego a mi destino. El bus para.
Me bajo.
El autobús ronca y se va.
El hombre de la bolsa mueve la boca.
Ya no oigo lo que dice.
miércoles, 11 de agosto de 2010
ES LA VIDA SIN MÁS
Me vienen a la mente esas gentes que utilizan la guerra,
la violencia insulsa y la sangre inocente
como instrumento estético para justificar sus vidas,
para amparar su miseria moral.
Porque la vida, en todo su misterio, no deja de ser bella.
Es una enorme y fantástica obra de arte.
No pasan mas catástrofes ahora que hace 100 años;
simplemente, hay televisión
¿Quién fue el imbécil que inventó el asesinato político?
Me gustan las quimeras. Sí. Adoro la palabra.
Me hace sentir el susurro de unos labios dulces y sensuales
al pronunciar
lentamente
Qui…me…ra…
El amor y el arte nacen del seno de las quimeras.
También pueden nacer de un helado de fresa
del sudor de un parto,
de una ola,
de un funeral,
de un paseo por Coney Island al atardecer.
¿Y qué me importa si no hablas mi lengua, cuando hablas mi idioma?
Veo hombres con bebés caminando por 7th Avenue, Brooklyn.
Algunos son amigos, otros no. Es lo normal.
El sol sale y se pone.
En primavera brotan las flores y
en verano nos creemos inmortales.
Es la vida, sin más.
martes, 3 de agosto de 2010
VIAJEROS...
la yerba se reseca, las gaviotas
festejan, brillan los girasoles
llega agosto, mes de vacaciones
soñamos que vivimos,
que el mar es la madre
y la luna el padre,
la arena bajo los pies
el cielo abierto
los ojos vivos
el sol ardiente
y el amor latente.
Viajes, viajes y viajes
de acá para allá,
de allí para aquí
la magia del verano
todos niños de nuevo
la memoria se acorta
el pasado se olvida
el futuro no importa
los sueños crecen
el tiempo es eterno
las mañanas, un pastel
las noches, de moscatel
el firmamento derrama
lágrimas de San Lorenzo
la sonrisa del Universo
Viajes, viajes y viajes
la maleta quedó atrás
o quizás así lo pareció
afloran memorias
de nueva york y de soria
una tormenta de verano
descalzo por la calle
el agua tibia bajo mis pies
agarrados de la mano,
truenos en el aire
nubes en el alma...
Pero estamos en hoy
y hoy no es ayer
mucho menos mañana
Viajando vamos,
viajando venimos
viajando estamos
aunque no lo queramos
y ya que son así las cosas
soñemos un poco
vivamos lo imposible
caminemos, volemos
forjando el espíritu
moldeando lo incierto,
no olvidemos soñar
ni dormidos, ni despiertos...