Total, que él, que tenía espíritu artístico y había sido un
prestidigitador de postín en sus tiempos (la baraja no tenía secretos
para él) además, tenía un truco en el que hacía desaparecer ratas de
agua y aparecer un chimpancé. Ni él mismo sabía cómo lo hacía. Bueno, un poco sí, pero siempre decía eso para darle misterio a su arte. En fin, que algún día a lo mejor actuaba en Munich, o en Berlín. Cuando conoció a Goebbels, se lo comentó y éste le aseguró que en la fiesta de la victoria del III Reich saldría al escenario y debutaría como mago. Buen tipo ese Goebbels, pensó. No sabía muy bien qué cargo ocupaba en el país, pero debía ser importante porque todos los
soldados con los que se cruzaba le hacían el saludo marcial. Él, como no era soldado, le dio la mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario