Por si Los Ángeles no estuviera de por sí envuelto en una inefable
burbuja de surrealismo, he descubierto que en la calle de al lado, en
la esquina frente a la panadería Huichos y la heladería Mateos, al
lado del almacén de disfraces baratos y parafernalia cumpleañeril, hay
una especie de aparcamiento, lleno de escombros, donde pulula un
puñado de gallos rampantes al cuidado de un señor atezado, de bigote
blanco y sombrero grasiento que me ha hecho recordar al espíritu de
"Un lugar llamado Milagro". Ahora, además de perros que te ladran cuando pasas junto a su verja, tenemos gallos que te lanzan alaridos. Estos son gallos modernos y no se adscriben al mito infantil según el cual los gallos anuncian el alba; estos se desgañitan aunque sean las 2 del mediodía. Esto es Los Ángeles, señores. Ni Britney Spears ni Julia Roberts, ni glamour ni alfombra roja. Gallos hiperactivos en las aceras y helicópteros ensordecedores en el cielo. Como "Apocalypsis Now" pero en castizo. Será herencia de la colonia española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario