lunes, 16 de enero de 2017

PENSAMIENTO ILIMITADO: CLAVES PARA ROMPER PATRONES QUE ATASCAN NUESTRAS VIDAS (4)


EL MIEDO

"Lo que nos mantiene en un estado de infelicidad y atascados con una visión limitada de la realidad es nuestra tendencia a buscar el placer y evitar el dolor…a buscar la comodidad y evitar la incomodidad".
Pema Chödrön

O sea, que el miedo juega un papel primordial para que no salgamos de nuestra "zona de confort". El miedo al dolor, a no cumplir con nuestras expectativas, a encontrarnos con partes de nosotros mismos que no nos gustan, al fracaso. Miedo.

Está claro que el miedo es también una de las herramientas genéticas que los seres humanos tenemos a nuestra disposición. El miedo cumple una función biológica perfectamente entendible en la evolución del ser humano. Si se aproxima un incendio o un atracador nos apunta con una pistola, por poner dos ejemplos peregrinos (y modernos) pero perfectamente posibles, correr por miedo a las llamas, o quedarnos quietos para evitar a que el atracador se ponga nervioso y nos pegue un tiro se antojan como dos reacciones sabiamente alineadas con el instinto de supervivencia y con la herramienta que nos ha dado la madre Naturaleza para entender que nuestra vida corre peligro: el miedo.

Pero el miedo también se enmascara en otras emociones y actitudes (la inquietud, la negatividad, el rencor, la crítica constante, el desprecio, el narcisismo, la sobrevaloración de lo propio a expensas de lo ajeno, el aislamiento, la burla…), y puede bien paralizarnos o bien llevarnos a actuar de forma distinta a lo que nuestra intención original y no condicionada nos hubiera llevado, limitando de alguna manera nuestro campo de actuación, nuestro círculo de oportunidad, nuestro pensamiento. 

Así es. Muchas veces, no hacemos cosas por el miedo proyectado por otras personas. Ellas tienen miedo y somos nosotros los que nos limitamos. Cedemos nuestro poder.

¡Aurorita, no entres ahí que te vas a ensuciar! le grita su madre. A sus 5 añitos, Aurora está explorando el mundo. Ella solo ve un trozo magnífico y fresco de yerba verde, un jardín maravilloso donde revolcarse y jugar. Pero su madre ve allí barro, más carga de lavado y, peor aún, la posibilidad de que su hija se tropiece en alguna piedra y se haga daño. Aurora le hace caso a su madre y se queda en el borde del prado, mirando con envidia a sus amigas más valientes o con madres menos neuróticas. De ahora en adelante, la niña quizás se lo piense mucho antes de jugar en la yerba. Su círculo de oportunidad se reduce, no por su propia experiencia evolutiva, sino por el miedo transferido de otra persona. Qué pena, ¡con lo bonito que es jugar en la yerba y ensuciarse. Seguro que te vienen a la cabeza ejemplos parecidos que hayas experimentado, tanto en tu niñez como de adulta.

Importante recordar que a lo largo de la vida nos encontraremos en AMBOS lados de la barrera y es bueno prestar atención, ser conscientes de cuándo nos lo hacen, pero también cuando lo estamos haciendo.

Hay dos grandes fuerzas en la vida: MIEDO y AMOR. El miedo es lo que comunica, lo que tienen en común las actitudes y lo patrones de pensamientos que limitan nuestro círculo de oportunidad. Tanto si nos preocupa saltarnos un pensamiento colectivo (familiar, por ejemplo), como si nos apegamos a nuestras expectativas y nuestra imagen, como si nos cuesta salir de nuestra zona de confort. Todo está relacionado con el arquetipo del miedo. ¿Cuando alguien nos ridiculiza por llevar pantalones cortos o nos advierten por llevar la falda demasiado larga? Su propia inseguridad le impele a reaccionar atacando. Quizás tiene MIEDO de afrontar su falta de valentía para hacer lo mismo (porque a él también le suda la entrepierna y le encantaría ir fresco). Tiene miedo de "consecuencias" potenciales/imaginadas de hacer algo distinto al grupo (LA CUADRILLA): abandono, expulsión (FAMILIA: pérdida de honor, imagen social etc.).

La ignorancia, el NO ENTENDER ALGO puede crear INSEGURIDAD. Y la inseguridad, que es una forma de miedo, se transforma en amenaza y puede crear irritación y agresividad.

El miedo, con sus cualidades pegajosas, hurañas, restrictivas actúa de vehículo limitador y nos mantiene en nuestra zona de confort—que no de felicidad ni bienestar. Muchas veces confundimos el confort, la comodidad y el bienestar, pero no son lo mismo. De hecho, muchas veces nos mantenemos en esa zona de confort a pesar de la infelicidad que nos genera. ¿La razón?: porque nos da seguridad, y esa seguridad nos vale más que el miedo al cambio. Al menos hasta que no aguantamos el dolor y decimos basta, como Rosa Parks (ver el post anterior).