martes, 31 de diciembre de 2013

GODFATHER


I and II. What a feast at the New Beverly Theater in Los Angeles. Good, old-fashioned double feature at a reasonable price, with juicy inexpensive food and old-time atmosphere. Getting in at 7 pm and exiting at 2 am after enjoying two of the best classics in movie history. What a treat. Can't say enough about Pacino and his masterful performance, one of the top acting jobs in history. Keaton is magnificent, and so is Duval. Experiencing things like this makes it worthwhile to put up with some of the junky side of living here. And the NewBev, what a venue. It's like going back to my hometown theater 40 years ago. Back to the roots, when I began to love movies; well, not just watching movies, but actually GOING to the movies. Those long lines as a 6-year old, bundled up against the cold, 10 pesetas in the pocket to buy the ticket and candy at "Los Frailes". The smell of pop corn, roasted corn, gummy bears and potato chips; the buzz in the room prior to the lights' going dark; the silence as soon as the roaring lion, or the mountain, or the torch lady, or the broadcasting tower, or the island appeared; the magic slide into a fantasy world where home sadnesses and family squabbles dissipated into endless blue horizons, galloping horses, pirates and sea battles, Roman gladiators or duck soup. The innocence is not there anymore, but that inner light prevails to the point where I can almost return to that virginal state. And I love it. Thanks to masterpieces like Godfather and the unaffected purity of places like the New Beverly Theater. We even had an intermission after reel number 7. Beautiful end of the year.

viernes, 13 de diciembre de 2013

LOS ANGELES SKID ROW

December 2013. Any day. 10 pm. Christmas lights, Art Walk, galleries and fun; hipster crowds packing hip restaurants in downtown LA. You ask the forces that (wanna) be in the city: urban developers, politicians, yuppies, up and coming financiers and techies, pretend artists and even some real ones, and you'll hear about how LA's downtown is booming; it's a new era; it's more and more like NY. Los Angeles is rebirthing, finally arriving as a first-rate, modern, urban (not suburbialized and parochially self-centered mid-American city). Cool. Yet, just one block off Main Street, across Los Angeles Street, one runs into a darkness and bleakness that seems to me a mixture of Soviet deprivation, Third World poverty and American social neglect. Tent "neighborhoods" on the sidewalks compete for space with rampant trash, meandering and sleeping men, small circles of either companions in disgrace or looting drunkards, depending on the perspective of the on-looker, rats venture boastfully on the dim streets and retreat back into their holes when cars approach. Never seen such misery in my life. Anywhere. It's something plucked out of a maddening future of inequity and glass walls separating the haves from the have nots. We don't need to travel across continents to offer development aid. Heck, all we gotta do is cross a city block. The contrast is dumbfounding: Main Street, fluid traffic, people dining outside restaurants, shinny lights hanging across the street, groups of young professionals laughing, catching up on the latest app and walking to the next trendy bar... One block over, lights go down, cars disappear-save the occasional vehicle lost in the wrong turn-small tents pop up like mushrooms on the sidewalks, men crawl next to crevices on the wall to spend the night, crap in all textures and volumes floods the pavement, trash containers bursting at the hinges, rats cross the streets like hurried petit-burgeoises on their way to the office, police cars drive by slowly or stand on corners watching that the misery does not become unruly... What's one to do? To think? To feel?








jueves, 5 de diciembre de 2013

GRACIAS MANDELA

Muere Mandela. Hace años leí su biografía "Long Walk to Freedom". Puedo decir que fue un libro que me tocó profundamente. Tanto que para mí es la única persona que tengo como "modelo" o como "ídolo". No soy mitómano ni he tenido la fortuna de tener –o de imaginarme– muchos ejemplos a seguir. Sólo Mandela despertó en mi esa clase de admiración. Ser torturado, despreciado, pasarse en la cárcel 27 años de su vida y salir de ella con la capacidad de perdón, con el amor que ese hombre salió me pareció –me parece– abrumador. Se puede luchar por una causa y pasar tiempo en prisión. Se puede salir cambiado. Pero hacerlo de la manera que lo hizo este hombre, capaz de sentarse, dialogar y perdonar a los responsables de un régimen tan despótico y de su sufrimiento, y de asumir las riendas del país por responsabilidad cuando casi seguro lo que él quería era estar tranquilo...casi no hay palabras. Dice el dicho que "sólo los buenos mueren jóvenes". Afortunadamente, en este caso no fue cierto. Seguro que su vida tendrá sombras, como la de todos, pero la luz que proyectó durante buena parte de su otoño e invierno es magnífica y deja huella. No es poco. Thank you, Mr. Mandela.

sábado, 30 de noviembre de 2013

LO MEJOR DE

Tener un blog privado es que uno se siente sin presión de quedar bien o de ser el más lacerante, agudo, inteligente y tal. Da la impresión de que mucha peña, cuando se poner a las redes sociales, se pone en la tesitura de dar lo mejor, aunque eso signifique ser muy cutre, for example. Es decir, que hay twiteradas o feisbukins cuyo mérito estriba en la vulgaridad, lo que presumiblemente hace feliz al posteador y a sus seguidores. Como este blog no lee nidios, aparte de algún despistado, pues me siento liberado para decir cualquier cosa que se me ocurra. Pero a lo que iba: que lo mejor de tener un blog así, privadillo, es que me anoto mis notas para el libro que algún día escribiré sin tener que manchar papel, cosa muy ecológica y, además, astuta porque tal y como tengo la cabeza, seguro que se olvidaría donde escribí esta o aquella entrada, mientras con el bloj me acerco a él y allí está todo. Además acampaño el testamen con fotos, que está muy bien porque me ayuda a recordar. En fin, pues eso, que muy bien lo del bloguerío éste.

Ah, y de paso, ayer fue el día de acción de gracias (Thanksgiving) y cené en casa de la familia de mi amigo Jesús. Muy bien la cena (ya hubiera pillado unas sobras hoy al mediodía, ya) y la conversación, cosas ambas a las que uno no está muy acostumbrado, muy a mi pesar. Como colofón vimos todos reunidos "Luces de la ciudad". Tres generaciones viendo la obra maestra: me reí muchísimo. Un genio Mr. Chaplin. Un verdadero genio. Chapeau. Bonito día.

domingo, 24 de noviembre de 2013

ASFLATO

Esto es una muestra del asfalto angelino. Pura brea gastada y meticulosamente empanada con caucho demolido. El paso del tiempo es fácilmente perceptible en las estrías y crevicios marcados a lo ancho, y sobre todo largo, del material pastificado. No en vano Los Angeles conjura el modelo moderno de ciudad transitada de un pasado cuasi-bucólico de tranvías eléctricos, carros de caballo y naranjas preñadas al estrafalo de ciudad cemental y asfaltada hasta el culo. Hete aquí por tanto que el asflato sea prueba, vestigio, elemento estandarizado y estandártico de una ciudad tan poco pacífica como oximorosamente pudiera derivarse de su católico nombre y del del océano que golpea contra su costa.

Nota para literatos compulsivos y quisquillosos de salón: A efectos de esta columna, los términos "asfalto" y "asflato" son perfectamente intercambiables. Cualquier otro error, puntilla u opinión crítica sobre este u otros textos del bloj o de todos mis blojs no acompañada de, al menos, tres comentarios loables, se la apunten y tiren bien de la cadena.

lunes, 4 de noviembre de 2013

VALLE DE LA MUERTE

Heme aquí. Espectacular sitio. Paisajes lunares. Horizontes azules. Lagos de sal y barro. Trenes varados. Carreteras infinitas. Silencio. Belleza.

miércoles, 23 de octubre de 2013

FELIZ

He disfrutado durante mi última estancia en Euskadi, que acabó ayer con mi último retorno a LA. He disfrutado de la rutina de comer en casa con mis padres, todos los días a las 2 en punto; de trabajar regularmente en mi pequeño cuarto de estudiante; de salir a tomar un pote con los amigos; de hacer footing por las mañanas; desayunar con mi periódico; hacer el crucigrama en Santa Barbara dentro del silencio del coche; conducir los domingos hasta el polideportivo para jugar el tradicional partido de basket; salir a Oliden o Mandubia con mis padres... Esto me hace feliz. Como el sonido de Radio Clásica a las 9 de la mañana de un domingo mientras giro por la rotonda de Eizaga enfilando la carretera de Azkoitia y veo al fondo el maravilloso macizo Txindoki y el valle del Goierri envueltos en una luz joven y entrecortada por las hermosas nubes otoñales. Eso me hace feliz, como pasear en coche por los carreteras secundarias y terciarias de Araba soñando con pasados medievales y rebosando emoción ante los magníficos campos, macizos y bosques que se me abren ante mí de forma sorprendente, pues siempre descubro parajes nuevos que me tocan el alma, quizás no porque antes no los viera, sino porque no los sintiera.

Puede parecer un juego de palabras, pero no lo es, ya que muchas veces miramos cosas que no vemos porque no estamos abiertos a sentirlas, por eso transcurren ante nuestros ojos sin dejar huella, marca alguna. Pero un día, por suerte o por destino, que no es lo mismo, resulta que aquello que siempre estuvo ahí, aparece ante nuestros ojos, y lo hace cuando estamos preparados para verlo, cuando nuestro corazón, nuestra alma, está preparada. Creo que nos pasa a todos. Y quizás un poco de eso me ha pasado este viaje, que he visto cosas que a lo mejor siempre estuvieron ahí delante, pero no las veía, no las sentía. Llego a Los Angeles con el depósito lleno de belleza vista y sentida.

jueves, 25 de julio de 2013

AFTER RUNNING

Que no es lo mismo que AFTER HOURS. Acabo de llegar de hacer un poco de fúting por estas calles del Lago de la Plata, Código Postal 90027. Ayer regresé de Seattle, donde he estado unos días por placer y negocios. El placer no tuvo que ver con nada sexual, lamentablemente, pero me lo pasé bien. Experimenté un partido de los Sounders, pateé la ciudad como un camello (despacio, bamboleándome para compensar por el dolor de rodilla, y perseverantemente), me manejé en ferry hasta Beimbridge y hasta me invitaron a un velero a tomar un vino, simpático que es uno. Hermosa ciudad, Seattle, bastante antipódica a Los Angeles, una especie de dicotomía Nápoles-Milán, o Murcia-Gasteiz, por ejemplo. Vistas maravillosas, rías, bahías, fiordos, bosques y el contundente monte Rainier en el horizonte. También atendí algunas reuniones que me organicé para un proyecto que tengo en mente. En general, las reuniones fueron sólidas y cubrí el espectro de interlocutores: un par majos, serios y profesionales, otro majo pero un poco falsete y no especialmente profesional, otro nada majo y aparentemente profesional, no me defino todavía sobre si es de fiar o no, y el otro que no se presentó en la reunión ni se excusó de antemano, o sea, lo peor. Ya aprenderá.

Y aquí estamos ahora, viendo el horizonte rojo desde la ventana. Si cuando llegué a esta ciudad hace 6 año hubiese tenido este apartamento, otro gallo hubiese cantado. Lo tengo claro.

martes, 2 de julio de 2013

MOJAVE DESERT

Qué lindo es el desierto. El pasado fin de semana, o el anterior, celebré mi cumpleaños en mitad de Mohave o Mojave, achicharrándome de gusto, subiéndome por las piedras, caminando por cañones de roca basáltica y pisando tierra abrasada. Ni lagartijas había a la vista. Por la noche, escalé una montaña de arena a la luz de una luna brillante como miles de farolas y me senté en la espina dorsal de la gigantesca duna, que no se quejó. Hundí las manos en la arena líquida y la dejé correr entre mis dedos como polvo de oro. Alumbrado por la bola de plata hirviente que colgaba del cielo, me enamoré del valle y de las picudas montañas de lava vieja. En esas, apareció una brisa templada y me envolvió el silencio.

sábado, 15 de junio de 2013

JOSHUA TREE

Hasta que arribé a Los Angeles, Joshua Tree era para mi el título de un álbum de U2, la banda irlandesa de Bono and company. Llegué y me enteré de que Joshua Tree es un parque natural enclavado en el desierto del Mohave. Un área de más de 3.000 km2 cubierta de tierra, arbustos, plantas de yucca y...árboles Joshua. Quizás lo que más me gusta del parque son las hermosas formaciones rocosas, ideales para escalar, trepar, subir y bajar. Eso es lo que hicimos el pasado fin de semana; explorar antiguas minas de oro, patear senderos de tierra tierra y arena gruesa horadados a lo largo de lomas resecas por buscadores de riquezas pretéritos y montañeros contemporáneos para ser disfrutados por domingueros verdes como nosotros. (Remarco lo de verdes para distinguir de esa clase de dominguero que tira la botella de plástico o las colillas de tabaco al lado del camino). La sensación de caminar bajo el sol plano en aquellos caminos solitarios le devuelve a uno a épocas, siglos pasados, cuando los exploradores dejaban sus mundos, sus historias al otro lado de un océano, o de un continente en busca de algo que, probablemente, ni ellos sabían. Porque en eso consiste la exploración, en buscar algo sin saber qué; cruzar umbrales, abrir puertas, subir montañas, atravesar mares para saciar un sueño, un ardor, una curiosidad, un miedo, una necesidad, una fe... Subido en lo alto de las lomas áridas, oteando los valles y los montes volcánicos en la distancia, la imaginación nos hace solidarios con los corazones de aquellos hombres.

Joshua Tree y Pioneer Town, un vestigio del Wild West creado en los 1940, para saciar la fantasía de Hollywood. También estuvimos allí. Sólo me faltó un caballo y un Winchester para sentirme como James Stewart, o como Cooper, o Bogart, o Eastwood. El cielo azul arriba, la calle polvorienta, el fuerte viento del sur, los arbustos rodando...

Como canta Tex Ritter en "Solo ante el peligro": "...Don't forsake me oh my darling..."

viernes, 24 de mayo de 2013

DISPAROS

Entra la gente corriendo en la cafetería y se vacía el patio. Una mujer gruesa y su amigo en silla de ruedas, también obeso. Dicen que han escuchado disparos en la esquina. El dueño del local sale y llama a la Policía, LAPD, Los Angeles Police Department, To Serve and Protect. Luego nos enteramos que no ha habido víctimas; sólo dos pandilleros con mala puntería tratando de ajustar cuentas contra los ocupantes de una furgoneta. Uno piensa en muchas cosas cuando un evento de estos le cae cerca. Se acuerda de la bomba que estuvo a punto de tocar cuando unos atorrantes quisieron volar una oficina al lado de su escuela, hace ya muchos años. Se acuerda de otros actos de violencia absurda que pululan por la vida a la búsqueda de encuentros absurdos. Menos mal que tenemos a la Policía de Los Angeles, LAPD, sobrevolando en helicóptero el barrio en estos momentos, retumbando los cristales y perforando la noche con el foco de luz para iluminar, esperamos, a los malos.
¿Blade Runner en Los Angeles? Claro, ¿dónde si no?

lunes, 29 de abril de 2013

ATARDECE

En Los Angeles. Miro afuera de la ventana y me ciega la luz. Pero es un cegor amable; hiere sin querer, como el gato que araña levemente cuando desea que lo acaricien. El sol pronto se pondrá por Santa Monica, cerrando el ciclo diario. El jardín de la casa de mi amigo Joe rebosa naturaleza, vida. Primavera. Arbustos, cactus, flores de colores, setos, plantas, yerba verde y mis amigos abejorros. No hay mejor cuadro, mejor estampa. El azul del cielo palidece por el Oeste, blanqueado por el impacto directo de los rayos de luz. Miro entre las rendijas de la persiana de ikea y cierro los ojos. Son las 6:14 pm del 29 de abril de 2013. Jazz en la radio, la sombra de mis dedos al teclear reflejada sobre el blanco encalado de la cocina, la mosca eterna tratando de salir por el cristal (¡qué cruz!), el bloc de dibujo a mi lado, abierto y mirándome lánguidamente con una gran hoja en blanco, como el perro fiel espera que el amo lance la pelota para ir a recogerla; gafas, móviles, tiritas, bics y auriculares desparramados por la mesa.

Son las 6:23 pm y el sol está un poco más cerca de esconderse por el Pacífico. Yo no lo veré porque queda al otro lado de la llanura urbana de LA. Pero lo sé. A veces no hay que ver para creer.

Hermoso.

jueves, 14 de marzo de 2013

¿NACEMOS y MORIMOS SOLOS?


Dicen algunos que se nace para vivir solo. Algo que a veces yo también me pregunto. Otras veces pienso si no existirá un poco de mito con esto de la soledad. Que si nacemos solos y morimos solos y tal. En realidad, nadie lo sabe porque nacer es como morir, nadie se acuerda de su nacimiento y nadie puede comentar sobre su muerte. Lo que sí es cierto es que vivimos solos. Me cuenta un amigo ayer que, a pesar de sus dos hijos y su querida esposa, se siente solo cada mañana cuando va a trabajar. Que se enfrenta solo a la vida cuando sale de su casa. El hecho de que a la vuelta la encuentre llena de gente, perros, ruido, peleas de críos, televisores encendidos o una esposa ansiosa por descargarle cotilleos o sucesos no mengua su sensación de soledad vital. Le creo, pero creo que, sin saberlo, exagera un poco; quizás él nunca ha subido a la valla entre la cordura y la locura, entre la supervivencia y la adicción mortal. Si se hubiera aupado a esa valla, a esa cuerda, si hubiera viajado por el túnel vertiginoso y petrificante de la soledad más brutal creo que no diría eso. O igual sí, aunque él no comentó nada cuando lo mencioné. Y digo todo esto a modo de reflexión, si bien no aspiro a que el escrito rezume coherencia. Aunque, me importa poco, ya que escribo porque quiero y lo que quiero, cosa que, por cierto, me convendría extender a otras disciplinas de mi vida cotidiana.

De todos modos, comprendo que mi amigo piense eso sobre su vida y la soledad. Porque la soledad en cualquiera de sus formas es un ingrediente natural de nuestras vidas. Todo el mundo buscando hacer amigos, casarse, tener hijos, irse a Cancún, a Bali o a Nueva York, salir de fiesta o ir al puto fútbol para estar con gente. Dame un poco de Facebook y cómprame un MacBook que tengo frío, tronco. Mucho iPhone y redes sociales y todo dios más solo que la una. Tener amigos, friends, es moneda de cambio pero parece que de escaso curso legal porque hasta los padres de familia seminumerosa y feliz se sienten solos. ¿Qué estamos haciendo? Que me sienta solo yo, que ando volando en clase solitaire de país a país y tiro porque me toca, con relaciones fragmentadas, rotas o en permanente ciclo de regeneración (gracias a los amigos que aguantan) vale, pero que gente con relaciones socialmente estables se sienta sola cada día al salir al trabajo, al volver, al estar o al dormir me parece triste. Y gráfico. ¿Qué estamos creando? No es que yo me resigne a la soledad que acompaña mi vida como un catarro a medio curar, aunque a veces devenga en pulmonía; no, que va, en absoluto. Pero cuando lo que hay es lo que hay, es que es lo que hay. Que no quiere decir que es lo que vaya a haber, pero es lo que hay.                            

Ya dije arriba que la coherencia no era el objetivo aquí. Digamos que me estoy cascando una sesión de autobrainstorming emocional. Así, ¿será verdad lo de que nacemos, vivimos y morimos solos? Me respondo a mí mismo: no, no lo es. Y no lo es porque cuando nacemos nos pare nuestra madre y, si tenemos suerte de nacer en un país semicivilizado como puede ser en el que yo vi la luz, nos saca del útero una comadrona y nos abrazan los brazos de una abuela. No es que me acuerde de esto pero sé que no nací en una incubadora, así que algo de verdad habrá en esa historia. Y si tenemos la suerte de morir en un país semicivilizado o antes de que aquel en el que vivimos se convierta definitivamente en una puta mierda, moriremos con alguien que nos quiera o nos aprecie cerca, aunque esto sí que no lo asegura ni Dios; esa es la teoría porque luego quién sabe cómo le damos la patada al balde. Claro, quedan flecos por cerrar, como por ejemplo todo lo que pasa entre esos dos corchetes, o sea la vida. Ahí está el meollo de la cuestión, porque del nacimiento no nos acordamos, pero de las faenas que creemos que nos hicieron el año pasado o hace dos, o veintidós sí. Así somos. Unos seres elegantes, oiga. Que yo pienso que estamos a medio hacer. Puro proceso evolutivo. Nos creemos que se acabó, que el hombre ya ha llegado, que lo de Darwin se quedó en las Galápagos y tal, y que somos la reostia con tanto rascacielos, y puente colgante, y viaje a Marte, y vacuna contra el Sida, y bodegas de Gehry, y transplantes de cara, y jai tec a tutiplén. Pero no, somos de lo más imperfecto de la Creación. Y como somos tan imperfectos nos creemos perfectos y pensamos que todo está bajo control. Pero qué va. Vivimos sumergidos en la ilusión, el mito del control. Autoayúdate y genera pensamiento positivo. Puedes cambiar tu vida. Tú, sí. Tú y tus acciones. Ten fe en ti y tú contigo mismo podrás cambiar tu mundo. Vaya coñazo con la autoayuda. Un poco está bien, pero pretender que podemos controlar todo lo que nos pasa es de lunáticos. O sea, en toda la historia de la Humanidad todo quisqui se ha partido el espinazo por tratar de navegar de la mejor manera posible la vida, apechugando con lo apechugable, forjando lo forjable y aguantando lo (in)aguantable. Pero nosotros no. "¡Somos los mejores!". Yo me hago mi vida, me la como y me la guiso, así. Primero me la como y luego me la guiso, porque quiero. Como que cuando llueve no me mojo y tal. Porque no creo en la lluvia. Y cosas así. Pues no chavalada. Claro que nuestra vida la hacemos nosotros, pero muchas veces a pesar nuestro. La vida no siempre es el dócil caballo domado que nos lleva al galope, melena al viento y enfilando el amanecer. ¿Puede serlo? Sí. Pero también puede ser como ese gran danés cagón que es más fuerte que nosotros y nos arrastra por la calle en vez de ser nosotros quienes lo arrastremos. Es nuestro. Sí. Pero nos arrastra. Y encima hay que recoger sus cacas. Porque vivimos en un país semicivilizado (o sea que vale con recoger la mitad, ya se sabe). A lo que voy es que sí, la vida (el gran danés) es nuestra y donde estemos es porque allí estamos nosotros.

Dicho todo esto, acepto una parte de razón en los antivictimismos. O sea que sí, pesados autoayuderos, que cada uno hacemos nuestra vida, pero también es cierto que a veces nos arrastra. Supongo que siempre podemos darle puerta al gran perro, claro, y tratar de buscarnos otra metáfora de vida más agradable. Quizás ahí esté la principal decisión. Como lanzarse al río, oiga, aunque luego, si viene la crecida... 

Y en esas estamos. Peregrinando contra la soledad, por el amor, por la compañía, por la pertenencia...desde el centro del barullo. Porque a veces la vida tiene estos contrastes. Estamos solos y nos sentimos arropados sabiendo que alguien, lejos, piensa en nosotros, apuesta por nosotros. Y estamos en una cocina llena de gente supuestamente cercana y nos sentimos tan solos como en el más triste de los desiertos. Y así es. ¿Qué se puede hacer? ¿Y por qué hacer nada? Siempre haciendo, haciendo. ¿Y si no hiciéramos nada? ¿Si sólo fuéramos, sintiésemos? No lo sé, por eso pregunto.

Un fuerte abrazo a los solitarios. No estáis solos.


lunes, 11 de febrero de 2013

LE COMTE ORY

Así se titula la ópera cómica de Rossini que vi en la Metropolitan el
otro día. Asiento de pie en la trasera de la platea a 32 dolarinis (en
la Opera de Viena 4 euros; viva Europa). Pero si comparamos con los
300 y pico que cuesta la platea sentada, un regalo vamos. Y la obra
fenomenal. Tenorizaba el peruano Juan Diego Flórez, magnífico, y la
soprano Pretty Yende, de Sudáfrica. Enorme y hermosísima. Gran, gran
performance. Muy graciosa y con una escenografía tremendamente viva.
Gozadón.

A ver si puedo acercarme otro día a ver Rigoletto.

martes, 5 de febrero de 2013

HARLEM

Me levanto a los seis de la mañana. La decrépita habitación del piso
10 del YMCA en la 135 y Lennox Avenue hierve de calor. Ha visto
tiempos mejores. También Harlem, que pasó por su Renacimiento y Edad Tenebrosa hasta llegar al actual eclecticismo filotécnico en que se está convirtiendo el mundo. Se nota que hay un negro en la Casa Blanca y que el blanco "más negro" de Estados Unidos ha abierto sus oficinas en el corazón de este histórico barrio étnico. Me refiero a Obama y a Bill Clinton respectivamente, claro. Harlem ha perdido un cierto colorido, pero lo ha hecho como lo pueden haber perdido, o transmutado, Brooklyn o cualquier Casco Viejo de la vieja Europa. Lo que no ha perdido es el trajín y algarabía de Nueva York, aunque incluso aquí hay un punto más de tranquilidad que en el corazón de Manhattan; más pausa, más espacio. Más sonrisa.

Me levanto a las seis y hace mucho calor aunque afuera nieva. Bajo a echar unas canastas al gimnasio y me encuentro con un adolescente, una prepúber y un "coach" ex-NBA dirigiendo su entrenamiento diario preescolar. Futuras estrellas o no. Por lo menos aprovechan el tiempo y hacen deporte, aunque la hora sea herética para cualquiera ajeno a la mentalidad usamericana. Paso a su lado y siento la vibración de los balones al botar contra el parqué. Llego a la otra canasta, con el aro pelín doblado. Me siento bien. Cojo el balón, me lo cruzo bajo las piernas, me elevo y lanzo. Adentro. ¿El  cielo? Aquí, en el YMCA de Harlem.


sábado, 5 de enero de 2013

CUENTITO DE REYES


"Buenas noches, abuela, que duermas bien". La puerta se cerró suavemente y Elisa tiró del edredón para taparse bien. Sus deditos sobresalían por encima como si se agarrara a una barandilla desde la que vislumbrar un campo, por ejemplo. Pero ella miró al techo en penumbra. Empezó a contar los pasos de su abuela en el pasillo: uno...dos...tres...cuatro... así hasta ocho. Luego oyó la cisterna del baño, la puerta de su habitación y el silencio. Llegado este momento, todas las noches apagaba la lamparilla, se giraba a su derecha y cerraba los ojos. Pero esta noche no. Esta noche Elisa miraba las grietas del techo con los ojos bien, bien abiertos. En pocos minutos le empezaron a llegar los ronquidos de la abuela desde el otro lado de la pared. Primero un ronroneo y poco a poco unos resoplidos como de dragón asmático. No le importó. Estaba acostumbrada. Quería a su abuela. La mejor abuela del mundo, les decía a sus amiguitas cuando venían a pasar la noche a su casa y se quedaban espantadas con los alaridos que llegaban de la otra habitación.

Además, Elisa siempre se quedaba roque en un santiamén, pero hoy no. Hoy sus grandes pestañas no se caían; sus ojos no podían cerrarse. En el techo no había ningún bicho ni ninguna telaraña desde que el señor Luján las limpiara hace dos semanas, coincidiendo con que había comprado una nueva escoba de madera china que quería probar. La razón de su insomnio era otra, mucho más importante. La Yenifer le había dicho que los Reyes no existen, que son, en realidad, los padres. Era la noche del 5 al 6 de Enero y el estómago le bullía. No le había dicho nada a la abuela. ¿Qué le iba a contar? Nada. Estas cosas son cosas de niños y es mejor que se queden así; los mayores no entienden nada de esto.

Todo el mundo en la escuela sabía que la Yenifer hablaba demasiado y contaba unas trolas impresionantes, pero ésta era excesiva. Con estas cosas no se juega, pensaba Elisa. Una cosa es inventarse de dónde vienen los bebés o las razones por las que a los chicos les gusta hacer concursos de a ver quién mea más lejos. Otra muy distinta jugar con los Reyes. ¡Los Reyes! Elisa no la creyó, pero como suele suceder con las cosas que se dicen de más, casi siempre dejan un poso raro en el corazón de quienes las escuchan. Por eso ahora Elisa estaba intranquila. La carta que les había escrito a los Reyes estaba clara; la dirección también. Además se había asegurado de que el paje la metía en el saco y no la dejaba tirada por ahí, como el año pasado con la carta de Juanete, el vecino de arriba, que se debió perder porque no le trajeron nada. Todo estaba controlado; hasta esa misma mañana, Elisa había soñado con el juego de química y las gordas manoplas de lana, violetas y amarillas, que había visto en la juguetería/mercería de la señorita Sastiberrikoetxea. No podía ser. La Yenifer se lo había inventado, seguro. Pero...¿y si era verdad? Imposible. Si los había visto en la Cabalgata... Estaban los tres allí, montados en sus mulas, y todos los padres y madres estaban también en la calle, viéndola pasar. Bueno, todos no. Sus padres no.

El reloj de cuco sonaba en el pasillo. Dieron las 12. ¿Y si son de verdad los padres? Lo pensó y sintió mariposas en el estómago. Le inquietaba esta posibilidad, pero con la Yenifer nunca se sabía. Contaba trolas gordas pero alguna vez que se rieron de ella luego resultó ser verdad lo que había dicho. Elisa sonrió. Ojalá esta vez también tenga razón, pensó. Movió el dedo índice derecho y se limpió el moquillo; ¡qué frío hacía en aquella casa! El edredón era cálido pero la cara se congelaba. Algunas veces se cubría completamente o se escurría hacia los pies de la cama y luego soñaba que estaba en la barriga de su mamá, como imaginaba que debía haber estado antes de nacer. 
Notó que los párpados se le caían. Ahora sí, apagó la luz y se giró sobre sí misma, hacia la derecha, y cerró los ojos. Lo tenía decidido: por la mañana se levantaría muy, muy temprano. Si los Reyes eran, en realidad, los padres, quería pillarles en el momento de dejar los regalos. Quería hablar con ellos y preguntarles por qué se habían ido y la había dejado sola. Y que si podían venir a dejar los regalos también podían quedarse a desayunar con ella y la abuela. Y que podían darle un abrazo y muchos besos. Y ella podría decirles que les echaba mucho de menos y que a veces lloraba por las noches pensando en ellos. Y que si ellos eran los Reyes, no le importaba nada que en vez de dejarle lo que ella pedía le dejaran una blusa hecho a mano y unas medias remendadas, como todos los años... Mira que si la Yenifer tiene razón y los Reyes son los padres...¡Eso sí que sería un regalo!...pensó. Y se durmió en paz. Las mariposas habían volado.

AND THE WINNER IS...