viernes, 1 de octubre de 2010

DE LA CORDURA A LA LOCURA O VICEVERSA: PARTE 6

Es extraño cómo los pensamientos se encadenan al cerebro. Un mero suspiro nos recoge en su útero y comenzamos a morir tres veces más de las que nunca hubiéramos imaginado, chocolate o no. Es cierto, la imaginación muchas veces nos hace jugar malas pasadas. Queremos que la tecnología nos salve, que Dios baje a la tierra en forma de nanochips o ratones androides a los que podamos ordenar desde un cocido madrileño hasta una exquisita paja. Hablando de pajas, cómo hay personas que van por la vida pontificando sobre la paja en los ojos de los demás y no se perciben de las pedazo sequoias que llevan en los suyos. Como banderillas en la espalda del toro les salen por los ojos. Unas astas que podrían servir para construir la quilla del Queen Mary sin trocearlas, de puro golpe. De mero, mero, como diría un mexicano con sombrero. Orlando. Tomate. Pizza. Hambre. Me voy. Hola Dios, espero que estés ahí. Todo esto le vino a la cabeza a Paco Redoredo segundos antes de que llegara el auto del Tribunal suspendiendo la ejecución. "Joder, otra vez", pensó, y los ojos le brillaron llenos de lágrimas.
Quiso decir algo al guardia pero no pudo: le dio un infarto y se desplomó.

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