lunes, 23 de junio de 2014

CUMPLIDOS 50 y SAN JUAN

Cayeron los 50 hace unos pocos días y mañana se cumplirán 50 de mi bautizo. Fechas que me gustan mucho, por razones obvias. De siempre he tenido querencia hacia el fuego, la luz, la energía potente, cálida y fuerte de la llama, las velas. Quizás se por lo de San Juan y las hogueras. Uno de mis primeros recuerdos de crío es ir con los amigos del barrio (de 5 a 15 años), todos juntos, a por ramas, arbustillos y muebles viejos donados por los vecinos para preparar la hoguera; la competencia con las hogueras de otros barrios (incluso la calle de al lado); el orgullo por construir la mejor pira y la satisfacción de verla arder junto con la gente congregada, la labor bien hecha y el verano por delante. Felicidad.

La semana pasada cumplí 50 años. Una fecha que para muchos es dramática pero a mi me gustó cumplir. No sólo porque soy afortunado de haber llegado a esta edad, sino también porque de alguna manera la redondez de la cifra supone una especie de tabula rasa para una nueva vida. No me encuentro donde hace 25 años esperaba estar y sigo sintiendo electricidad, ilusión por nuevos caminos, por nuevas experiencias. Echo de menos ciertas cosas que esperaba que tendría, pero la vida es lo que es y en la mía hay también muchas cosas que nunca esperé que habría, buenas también. Y eso me conforta. Como digo, los 50 no son el fin de de nada, sino el comienzo de otra etapa hermosa.

El cumple fue un día tranquilo, sin ninguna celebración especial en plan fiesta sorpresa ni nada por el estilo. Tengo pocos amigos a los que se les pudiera imaginar algo así y están dispersos. Traté de estar con quienes más cerca tengo y disfrutar de quienes se acordaron de mi. Hay que haber cumplido 50 para entender lo que significa y nadie a mi alrededor cumple ese requisito. Pero hice lo que deseé y disfruté un día de museo y jardines botánicos (Huntington) con James. Antes, desayuno en Antigua y compra de libros goxo en Vromans. Luego cena y tertulia con mis amigos argentinos Miguel y Sebastián, y al llegar a casa tarta de chocolate y apertura de Bourbon cortesía sorpresa –ésta sí– de James, la definición de un buen tipo. No hubo fuegos artificiales, ni 50 velas, ni regalos... Pero hubo salud, calor humano, recordatorios de amigos y amigas, algunos inesperados, y la charla con los padres, siempre el mejor regalo. Como es normal en la vida, hubo algunas sombras que trataron de oscurecerme el día, pero saqué el abanico y las ahuyenté suavemente. Era el 19 de junio, 50 años después de mi nacer a este mundo, y preferí gozar del sol brillante y la brisa fresca. Como casi siempre. Gracias.

Ps. Hoy me llega la tarjeta de felicitación de mis padres. Una hermosa amapola roja. Qué bien.

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