miércoles, 29 de julio de 2015

SER FELIZ y ESTAR TRISTE

Caminaba una mañana hace poco por el bidegorri hacia Aizpurutxo. A los lados del camino, árboles frondosos, frescos, verdes. Sobre mi cabeza, el cielo azul con una hermosa manta de nubes adoquinadas con ranuras por las que se deslizaban tenuemente los dedos del sol. Ante mis zapatillas, paso a paso, mariposas amarillas y en el aire, el trinar de los pájaros. Reparé en que me sentía un poco triste: un desengaño/decepción con alguien con quien me aleteaba el corazón me había dejado entristecido. De repente recordé que me sentía feliz de estar allí y de que la soledad no era tal, sino que aquel caminar en comunión con la Madre Naturaleza era realmente hermoso y me alimentaba el alma. Feliz de estar vivo. Y profundamente agradecido por todo ello. Me di cuenta de que compartía ambas sensaciones– tristeza y felicidad– y comprendí que se puede ser feliz y estar triste al mismo tiempo. Un gran descubrimiento que me permitió seguir caminado con ligereza y una sonrisa, la felicidad por delante de la tristeza. Quizás sea uno de esos descubrimientos que se graban en el alma como un dibujo en la arena y, al tiempo, sólo nos queda una vaga memoria de que algo hubo (aunque siempre se pueda redescubrir). O quizás sea algo que se me quede a fuego y me acompañe siempre. Sería un gran regalo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario