sábado, 9 de enero de 2016

DE LA LOCURA A LA CORDURA O VICEVERSA: PARTE 8 (CONT. DE PARTE 7)

Le dio otro trisco al bocadillo y se tocó la rodilla. Le dolía bastante desde que le asestó la patada al ladrón. "¡Vaya par de hijoputas!",pensó. "Si le llego a dar bien le parto la cabeza". Y recordó el momento en que pilló a la parejita de sinvergüenzas rompiendo la cerradura de su casa. La mujer se escapó escaleras abajo a toda leche mientras el maromo se quedó parado, sin saber si enfrentarse o correr también. Quizás no quería perder el destornillador que tenía imbricado en la madera. El caso es que en el interim pensante del robador, Iribarrren le soltó una coz a lo kung fu en la zona pélvico-genital que  envió al tipo al descansillo aullando como un babuino mientras se agarraba sus instrumentos machos. Tras el primer momento de ofuscación virulenta a nuestro amigo le entró el acojono y no supo qué hacer, lo que aprovechó el quinqui para huir con el rabo no entre las consabidas piernas sino entre las manos que trataban de apaciguar el, uno se imagina, penetrante dolor. 

¿Lo peor de todo? La rodilla, que se le dislocó en el golpeo. Si pudiera escuchar Don Paco los juramentos que echó, probablemente se hubiese mordido la lengua antes de vaticinar la futura vocación de aquel chaval de orejas grandes y aficiones ciclistas. "¡Aura de sacerdote, mis huevos!", pensó.

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